Edición Extra de FPE 22, marzo de 2019

Se necesitan más estudios relacionados con la demografía y el comportamiento humano en los incendios 

Por el Ingeniero Bryan Hoskins

Al considerar el comportamiento humano en un incendio, la intención es asegurarse de que el diseño del sistema facilite la seguridad vital. Para eso, se necesita entender qué hará la gente y por qué se comporta como se comporta durante una crisis, como en caso de un incendio en un edificio. Si los datos subyacentes del diseño no coinciden con la situación a la que se aplican, es posible que el sistema no funcione como estaba previsto.

Los edificios son cada vez más grandes y complejos, por lo que se necesita más tiempo para que las personas que se encuentran dentro del edificio puedan salir de manera segura. Cuando se necesita realizar una evacuación por un incendio, un desastre natural u otro hecho, los sistemas de salida de los edificios deben estar diseñados de manera tal de permitir que la gente se mueva eficientemente desde su posición inicial hasta un lugar seguro. Los códigos modernos parten de la premisa de que las personas que no están familiarizadas con los incendios deben ser protegidas de sus efectos. Para garantizar esta protección, es esencial entender cuánto tiempo necesita la gente para evacuar el edificio o reubicarse en un lugar seguro dentro del mismo.

Las fórmulas y los métodos de cálculo que suelen utilizarse para predecir las velocidades de los movimientos muchas veces se basan en datos recolectados hace más de 50 años. En los años 60 y 70, Jake Pauls (1980) recabó datos en Canadá, generalmente en ciudades como Ottawa, y John Fruin (1971) recabó datos en la ciudad de Nueva York. La mayoría de estos estudios fueron realizados en edificios de oficinas y estaciones de transporte masivo. De acuerdo con las normas sociales de esas ciudades, la gente toma el metro todos los días y luego camina hasta su oficina – una población relativamente activa. Además, la mayoría de los datos se obtuvieron en edificios de menos de 15 pisos de altura. Por lo tanto, la mayoría de los datos corresponden a personas que debían recorrer cortas distancias por las escaleras para escapar de un incendio.

El hecho de que sean datos viejos no sería un problema si los edificios actuales fueran de un tamaño pequeño similar y si la gente de hoy continuara comportándose de la misma forma que la población de los estudios originales. Se deben recolectar más datos actualizados para saber cómo ha cambiado la velocidad de movimiento de la gente ya que hay varios factores que podrían provocar cambios significativos en estas velocidades.

En primer lugar, la obesidad es cada vez mayor en los Estados Unidos y en el mundo y esto podría afectar la velocidad del movimiento de dos formas. En los componentes de salida, como las escaleras, las personas podrían ocupar más lugar y dificultar el paso de los demás. Pauls (1980) descubrió que las personas que se movían más lento no interrumpían el flujo general porque las demás personas podían pasarlas fácilmente, pero esto dejaría de ser así si no hay espacio suficiente para pasar a las personas que ocupan más lugar que otras. Además, las personas obesas podrían moverse a una menor velocidad que la prevista.

En segundo lugar, la fuerza laboral es mucho más diversa que hace 50 años. La gente vive y trabaja por más tiempo. Ahora hay más personas discapacitadas que trabajan. Algunas personas mayores o discapacitadas pueden moverse a la misma velocidad promedio, o más rápido, pero otras se moverán más lento. En promedio, la velocidad de movimiento de las personas mayores y discapacitadas es menor que la de la población general (Fruin, 1971; Boyce, et al., 1999).

En tercer lugar, las culturas de los países y del mundo pueden ser diferentes a las del noreste de América del Norte. En otras regiones, por sus normas sociales, la gente puede moverse más lentamente. También puede haber diferencias en cuanto a la familiaridad con los sistemas de salida, ya que en las diferentes áreas el uso de las escaleras puede ser mayor o menor que lo observado en los estudios originales. Además, la cantidad de espacio personal que la gente espera tener es diferente en todo el mundo, por lo que en algunos lugares la velocidad de movimiento en una determinada densidad puede ser diferente.

Por último, los cálculos como los proporcionados en el Manual de la SFPE suelen usar los valores promedio de los datos para predecir las velocidades de los movimientos. Aun con valores representativos de la población general, basarse en valores promedio podría dar como resultado un tiempo insuficiente para las poblaciones vulnerables.

Todos estos factores podrían tender a disminuir la velocidad de movimiento con respecto a la pasada, por lo que se deben recolectar nuevos datos para diseñar sistemas de salida que se acomoden a las necesidades de las poblaciones modernas.

Algunos estudios más recientes observaron a poblaciones vulnerables y la velocidad de movimiento de las personas (Boyce, et al., 1999), la ocupación residencial (Proulx, 1995) y las poblaciones más modernas (Kuligowski y Peacock, 2010). Estos y otros estudios han permitido conocer algunos datos sobre cómo podrían estar cambiando las velocidades de movimiento.

En algunos casos, los datos sobre la velocidad de movimiento de algunas poblaciones vulnerables se basan en cinco o menos personas que se mueven por sí mismas. Si estas personas no son representativas del rango de velocidad de movimiento de esa población, entonces esos números podrían sobreestimar la velocidad de movimiento real que se necesita para estar protegido. Si se estudia a la gente en forma aislada, no es posible captar su comportamiento dentro de un grupo más grande ni el impacto que tiene cada persona en el flujo general.

Del mismo modo, los estudios que observan a diferentes regiones o tipos de ocupación tienden a basarse solo en unas pocas evacuaciones. Si esos edificios no son representativos de la población general, entonces también se corre el riesgo de sobreestimar la velocidad de movimiento.

Claramente, se necesitan más datos. 

El Ingeniero Bryan Hoskins trabaja en el departamento de Tecnología de la Seguridad y Protección contra Incendios de la Universidad Estatal de Oklahoma. 


Referencias

Boyce, K.E., Shields, T.J., y Silcock, G.W.H., Hacia la caracterización de la ocupación de los edificios para la ingeniería de protección contra incendios: capacidades de las personas discapacitadas que se mueven horizontalmente y en pendiente, Fire Technology, Volumen 35, Número I, 1999, pp. 51–67.

Fruin, J.J., Planificación y diseño peatonal, Metropolitan Association of Urban Designers and Environmental Planners, Inc., New York, NY, 1971.

Kuligowski, E.D. y Peacock, R.D., Datos de evacuación de ocupantes de edificios, Informe de la prueba FR 4024, Instituto Nacional de Normas y Tecnología, Gaithersburg, MD, 2010.

Pauls, J.L., Evacuación de edificios: Hallazgos y recomendaciones del estudio, en Cantor, D., Ed., Fires and Human Behaviour, John Wiley & Sons, New York, NY, 1980, pp. 251–275.

Proulx, G., Tiempo de evacuación y movimiento en edificios de departamentos, Fire Safety Journal, Volumen 24, Edición 3, 1995, pp. 229–246.